Es difícil hablar de la felicidad sin haber convergido antes en una idea común. Para ello debemos preguntarnos algo muy difícil de responder. ¿Qué es la felicidad?
En la cultura occidental es muy común identificar la felicidad como un estado de ánimo. Pero si la felicidad es un estado de ánimo quiere decir que es algo temporal, pasajero. Cuando hablamos de un estado de ánimo podemos decir “estoy triste”, “estoy enamorado”, “estoy enfadado”, pero para referirnos a la felicidad no se puede decir “estoy feliz” si no “soy feliz”.
Cuando decimos que estamos felices estamos identificando la felicidad con la alegría, “estoy contento”. La alegría es una de las 6 emociones básicas (miedo, ira, asco, tristeza, sorpresa y alegría) que nos proporciona un estado de bienestar, optimismo y placer. Identificar la felicidad con la alegría es erróneo puesto que podemos estar contentos por algo en concreto y no ser felices. Sí que podemos decir sin embargo que la consecución de placeres nos hace felices, y la alegría es un gran contribuyente. Pero no solamente el placer nos da la felicidad, normalmente necesitamos algo mas.
Se puede definir también la felicidad como un estado de bienestar interior prolongado en el tiempo cuya consecución se ayuda de los placeres que podemos encontrar de manera externa o interna a nosotros mismos. Por ejemplo, una persona no será mas feliz por tener mas cosas pero si que se ayudará de ello para serlo. Un individuo puede identificar un bien material como algo positivo que le ayuda a sentirse auto realizado. Esto deriva en un placer interior que motiva un estado de bienestar. Podemos identificar entonces la felicidad como la auto realización, la consecución de metas auto-impuestas (Eudemonismo).
En tal caso la consecución de metas debería proporcionarnos la felicidad, pero, al conseguir una meta, esta habrá dejado de existir. Comúnmente sucede que al conseguir algo que deseamos, este deseo desaparece, puesto que ya se habrá cumplido y aquel objetivo que perseguíamos dejará de tener la misma importancia. El ser humano necesita vivir siempre buscando nuevas metas que proporcionen motivación (La motivación deriva de la alegría y la ilusión que proporcionan placer).
En ese caso, como se identifica en la cultura oriental, la felicidad no es la consecución de las metas impuestas si no el camino hacia ese fin. Por desgracia, normalmente perseguimos un objetivo marcándonos como prioridad el llegar a él, y dejamos el recorrido en un segundo plano. ¿No os ha pasado ninguna vez que habéis conseguido algo que os ha costado mucho trabajo, y que no estéis orgullosos del resultado si no del esfuerzo dedicado?
No nos damos cuenta pero la auto realización consiste en ser conscientes y estar orgullosos de conseguir algo que nos ha costado un esfuerzo. Es ese camino que nos proporciona el placer.
Pero yendo un poco mas allá, y para entender el concepto de felicidad, el camino máximo que podemos recorrer es la vida. Si vivimos la vida marcándonos objetivos intermedios, parciales, que identificamos con la felicidad, únicamente conseguiremos vivir a una velocidad de vértigo, ya que si solamente nos centramos en el objetivo final de algo, nunca estaremos satisfechos y nunca nos sentiremos realizados.
En la vida, el fin es morir y el camino es vivir. Uno no puede ser feliz si no está preparado para morir. Es difícil estar preparado para morir y a mi juicio uno nunca lo está, pero si puede creer que lo está. Si una persona cree que está preparada para morir, ya habrá asumido el fin de su existencia y estará preparada para caminar su vida.
La felicidad se consigue siendo consciente del camino que se está haciendo, es decir, cuando uno siente y aprecia que está vivo. ¿Cómo? Es indescriptible, cada uno debe encontrar la manera de sentir que está vivo. En cada respiración, en cada aroma, en cada sabor, en todas las combinaciones de colores que nos rodean, en cada uno de los sonidos que oímos, en la textura de todo lo que tocamos. Es entonces cuando podemos entender que el tiempo no pasa tan rápido, nos damos cuenta de nuestra existencia y posicionamos las cosas importantes y las verdaderamente importantes. Se consigue entonces la ausencia de dolor, la armonía del alma. Eso es el Bushido.
Pero la consciencia de este estado de felicidad es tan fina como una hoja de papel. Cuando uno puede darse cuenta de que es feliz, aparece otro estado, el miedo. Uno no puede darse cuenta de que es feliz porque cuando uno cobra consciencia de ello tiende a una posición forzada. Es decir, si te das cuenta que eres feliz te preguntarás si realmente eres feliz. En ese momento la felicidad desaparece. Cualquier miedo a dejar ese estado cualquier cuestionamiento del mismo o simplemente el centrarse en qué es lo que motiva la felicidad de ese momento es lo que nos provoca una perturbación del alma y dejamos de estar en armonía con nosotros mismos.
Por difícil que parezca tiene una fácil explicación, y es que cuando nos damos cuenta de que hemos alcanzado ese estado nos centramos y pensamos en el tema. “Soy feliz” podemos afirmar, “Que bien! Soy feliz” continuaremos pensando pero rápidamente dejaremos de serlo y pensaremos “¿Soy feliz?”
Eso es porque al pensar en que somos felices dejamos de tomar consciencia del momento, de que estamos vivos, e inundamos de nuevo nuestra cabeza con preguntas y mas preguntas y eso hace que nos desviemos de la felicidad.
Y si no, ¿porque hay tanta y tanta gente que se cuestiona si es feliz, busca la felicidad y no lo es? Eso es, claro está, porque la busca. La felicidad no se debe buscar, porque buscarla provoca la inestabilidad. De igual manera no es bueno cuestionarse como vivimos y forzarnos a vivir de una manera u otra. Es completamente erróneo pensar “voy a hacer esto para ser feliz”, “tengo que hacer esto otro para ser feliz”, “si no hago esto no seré feliz” porque simplemente estaremos pensando en lo que tenemos que hacer para ser feliz y nunca tomaremos consciencia de ello.
Como conclusión final se puede decir, que la felicidad es un estado que cada uno debe definir por si mismo pero que consiste en la auto realización y en llegar a un estado de bienestar y armonía interna sin perturbaciones ni alteraciones. Tomar consciencia de que se es feliz es inundarse de dudas, miedos y perder la consciencia del camino y por lo tanto inmediatamente se deja de ser feliz. Sí que podemos decir pues, que la felicidad consiste en no darse cuenta de que se es feliz.